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Hace un año, nuestras manos estaban unidas en la cama del hospital. Yo quisiera morir como tu, rodeada de la gente que te amaba.
Es uno de mis miedos inconfesables: morir sola.
No se lo digas a nadie, que te lo he confesado.
Me parezco tanto a ti, en cuanto a aguantar se refiere... aguantar el sufrimiento con altanería, aguantar el cáncer con coraje, aguantar el embiste del tiempo a pesar de todo.
Hace un año, dejaste tu cuerpo de carne y hueso, un cuerpo que he estrechado mil veces entre mis brazos, fuiste un bálsamo que curaba mis penas.
No se porqué...pero no te he echo de menos...porque te sigo sintiendo viva.
Ya sabes cómo soy, me niego a aceptar que ya no existes, sólo has cambiado de estado.
Siempre tuve claro que estaría contigo en el momento en que partieras y así lo cumplí. Tu muerte no ha hecho más que reforzar lo que siento por ti.
Te confieso que aún a veces, huelo a tu olor. Tengo tus cosas guardadas y algunas veces aspiro tu perfume que aún persiste en ellas. Perfume a ti. Olías a tu hogar, a flores, a besos, a amor.
Nunca te olvidaré abuelita.
