Diosas De Pasarela

Ser modelo es lo que siempre he deseado. Cuando tenía 14 años desfilé por primera vez y me llené de focos, maquillaje, tacones, pasarelas, viajes...es un mundo donde juegas a ser alguien que a veces no eres. Te metes en el papel de lo que te exigen ser. Te visten, te maquillan y te peinan. La pasarela te espera. Cientos de pares de ojos dirigen sus miradas hacia ti. La música anuncia tus pasos y arrancas a desfilar con el primer pie en la pasarela. Los focos te nublan un poco la vista, o quizá sea la mente que se nubla de pasión, de emoción, de aplausos. Los nervios de los castings, la alegría de los ensayos, la prueba de maquillaje, peinado y ropa. Un mundo, porque es otro mundo, donde me gustaba divagar, perderme, soñar a ser una top-model como Naomi, Claudia o Cindy....una top model noventera. Quizás hubo un tupido velo en mis ojos que me impedía ver la parte no tan brillante de ese mundo, al que todavía sueño con pertenecer. El sacrificio, el hambre, los eternos ensayos, las cintas métricas que no dan la talla. Crecí admirando a esas mujeres de piernas y sonrisas eternas. Admirando su poder, su paso fuerte en la pasarela, su amistad entre ellas, su alegría que transmitían en cada foto. Y las historias detrás de cada una de ellas. Porque no son más que mujeres, aunque yo las vea como diosas. Diosas de pasarela.