Todo Es Sonreír

Todo es sonreír.

Sonreír con el alma.

Aunque a veces sólo asome a tu cara una mueca de dolor.

Sonreír como lo hacen los niños.

Desde dentro.

Aunque la vida te apriete y te ahogue, siempre hay motivos para sonreír.

Como la brisa inesperada de un atardecer de verano, el canto de un pájaro, la caricia del ser amado.

Es increíble cómo se trasforma el rostro cuando sonreímos desde el alma.

Nos hace felices y hace felices al los que tenemos al lado. Es un efecto dominó.

Fíjate en cómo ríen los niños y que se te pegue un poco, anda, que no va a pasarte nada por dejar de pretender ser tan adulto.

Suelta tus ataduras.

No finjas que no se te remueve algo cuando te dejas llevar por la carcajada de la vida, a veces tan intensa que nos quiere quitar la sonrisa de los labios, pero a la vez tan maravillosa.

Porque vivir es maravilloso, es efímera la vida, sí, tal vez en ello está el sentido de la misma.

Así que ríe, hasta que te duela la barriga, hasta que llores de risa y verás que todo tiene sentido y que las cosas tristes y duras, dejan de serlo en ese momento en el que sólo existes para reír.